La «Taylor’s version» del derecho de autor.
Por Lara Angelina El 30 de mayo pasado, Taylor Swift anunció que volvió a ser dueña de sus primeros seis álbumes. La operación no solo incluyó las grabaciones originales (los famosos masters), sino también portadas, imágenes, videos y hasta canciones inéditas de aquella etapa. Pero, ¿cómo llegamos hasta acá? ¿Por qué este caso es un […]

Por Lara Angelina

El 30 de mayo pasado, Taylor Swift anunció que volvió a ser dueña de sus primeros seis álbumes. La operación no solo incluyó las grabaciones originales (los famosos masters), sino también portadas, imágenes, videos y hasta canciones inéditas de aquella etapa. Pero, ¿cómo llegamos hasta acá? ¿Por qué este caso es un antes y un después en el mundo del derecho de autor?

¿Qué pasó con Taylor Swift y sus masters?
Todo comenzó en 2019, cuando Taylor perdió el control sobre los masters de sus primeros álbumes. Había firmado contrato con Big Machine Label Group cuando apenas comenzaba su carrera. Años después, la discográfica fue vendida al empresario Scooter Braun, y con esa venta se transfirieron los derechos sobre todas sus grabaciones originales. Lo más polémico fue que la operación se hizo sin su consentimiento ni participación, dejándola fuera del control sobre sus propias obras. Taylor intentó recomprar esos derechos, pero según ella las condiciones eran abusivas. Fue entonces cuando decidió tomar una decisión inédita: regrabar todos sus álbumes anteriores. Amparada en una cláusula contractual que le permitía hacerlo tras cierto tiempo, lanzó versiones nuevas de sus discos bajo el nombre Taylor’s Version, empezando por Fearless en 2021. El impacto fue enorme. Sus nuevas grabaciones no solo fueron un éxito comercial, sino también simbólico: los fans comenzaron a priorizar las nuevas versiones, restándole valor a los masters originales en manos del nuevo dueño.
Y eso fue solo el comienzo: este caso reconfiguró la forma en que se piensan los contratos discográficos, la duración de ciertas cláusulas y el verdadero poder que puede tener un artista frente a una gran industria.
Implicancias legales:

  1. Revalorización del derecho a regrabar. Antes del caso Taylor Swift, la cláusula que limita la regrabación de canciones solía considerarse un detalle menor en los contratos discográficos. Sin embargo, Taylor mostró que bajo ciertas condiciones como contar con una gran notoriedad, una base fiel de seguidores y el control de su propia narrativa, un artista puede relanzar sus canciones y hacer que el público y las
    empresas prefieran esas nuevas versiones. Esto reduce el valor económico de los masters originales y desplaza los ingresos por regalías y licencias hacia las grabaciones regrabadas. En respuesta, los sellos ahora intentan extender los plazos de prohibición de regrabación a 20 o 30 años, o incluso bloquearla completamente, lo que genera tensiones con los derechos de los artistas sobre su obra.
  2. Renegociación del equilibrio contractual entre sellos y artistas. El caso Taylor Swift también expuso el desbalance tradicional en los contratos discográficos, donde los sellos retienen la mayoría de los derechos sobre las grabaciones, limitando la participación económica y creativa del artista. Esto impulsó un debate sobre el derecho moral de los artistas a controlar la difusión de su obra y sobre mecanismos para recuperar la titularidad, como la regrabación. Asimismo, evidenció el impacto reputacional y comercial que puede tener un artista con gran influencia pública frente a un sello. Como resultado, hoy varios artistas buscan incluir cláusulas que les permitan recuperar derechos o participar proporcionalmente en futuras licencias, y se analiza con mayor atención el derecho de terminación previsto en la legislación estadounidense que permite a los autores rescindir transferencias de derechos realizadas previamente después de 35 años, recuperando el control sobre sus obras (17 U.S.C. § 203).
  3. Impacto en el valor económico de los catálogos musicales. Hasta ahora, los catálogos de música eran considerados activos estables y predecibles para sellos y fondos de inversión. Sin embargo, el fenómeno de la Taylor ‘s Version mostró que un catálogo puede perder valor rápidamente si el artista logra reemplazarlo con nuevas versiones exitosas y legítimas, que se convierten en la principal fuente de ingresos en plataformas digitales, cine, publicidad y videojuegos.
    En el texto que Taylor Swift compartió en sus redes al anunciar la compra de sus álbumes, expresó: “Me alegra muchísimo el diálogo que esta saga ha reavivado en mi industria… Cada vez que un artista nuevo me cuenta que negoció la propiedad de sus másters por esto, recuerdo lo importante que fue que todo esto sucediera.” Con estas palabras, Taylor destaca cómo su lucha no solo le devolvió el control sobre su música, sino que también impulsó una conversación necesaria sobre los derechos de los artistas en la industria musical.